9. Invitación  

Publicado por Oliver Luk

Acepté la invitación de Rodrigo, porque pareciera que había leído mis pensamientos de que podía encontrarme con las defensas bajas. De hecho, hasta hace una semana atrás, ese imbécil era la última persona con la que me sentaría a compartir una cerveza, pero las cosas mutaron. Me encontraba en una etapa donde ni siquiera yo sé quién soy, por lo que mis principios morales realmente estaban dejando mucho que desear.

- Tuve que donar a mi perro - me dijo. - No era justo que viviera la misma vida que yo, así que se lo di a una amiga. Yo lo tenía encerrado casi todo el tiempo, y ahora al menos tiene un patio grande y otros perros para jugar. No serán de raza, pero son perros igual.

- No voy a decirte lo que verdaderamente pienso - respondí. - Será algo para que te enojes.

- Ahora dímelo - exigió. - O dejo de hablarte.

- Bueno, si es lo que quieres - respondí. - Pienso que conseguiste ese perro apenas te mudaste porque te sentías solo, ahora que ya hiciste relaciones sociales te das cuenta que no tienes tiempo para él y lo desechas. Porque es lo que haces, desechas a las personas cuando ya no las necesitas.

Fue un golpe realmente muy duro, porque interpretó rápidamente por qué motivos se lo dije. Como era obvio en él, se enojó.

- De ahora en más mediré lo que tengo para decirte - comentó. - Tienes esa tendencia a juzgarme por todo.

- No sabía que te importaba tanto - contesté, sonriente y vencedor.

Después hablamos acerca de lo que estaba pasando. De Marcelo solo, sin planes y de Tobías con Ana, en algún lugar de la ciudad. Necesitaba hablar con alguien ajeno a mi entorno, pero que a la vez conozca a mis amigos. Él era la persona perfecta.

Pero no aportó mucho, sólo me aconsejó empezar de cero si mi ambiente ya no era confortable, lo cual, si hubiera querido que me digan lo que yo en realidad pensaba, me hubiera ahorrado toda la explicación. Pero no había salidas mágicas en este tema, irme era la única que me quedaba.

- ¿Te dejo en algún lado? - me preguntó, cuando dimos nuestra quinta vuelta en el auto. - Tengo que ir a ver a otras personas.

- Déjame en casa. No tengo ganas de ver a nadie.

- O sea, aceptaste salir conmigo porque no te quedaba otra - se intentó ofender. - De todos modos seguro nos veremos, en Navidad posiblemente.

- Tú dices eso porque sabes que soy el único que te queda en la ciudad - retruqué. - Porque no te queda otra opción.

Me golpeó sonriendo al no saber qué responder. Me bajé del auto y le dediqué una sonrisa sincera.

- Te extrañé, Rodrigo.

Respondió un "yo también" a la distancia cuando me giré para entrar en mi casa, tal vez en shock por mi comentario inesperado. Pero no extendí más la situación, simplemente me encerré y lloré en el secreto de mis paredes pintadas de naranja.

This entry was posted on 19:10 and is filed under .