38. Peticiones  

Publicado por Oliver Luk


Cuando por la siesta le aconsejé a Ana que ahora, para encontrarle una mediana solución al conflicto, lo mejor que podría hacer era agarrar, volver, ponerse de novia, casarse, tener hijos, mudarse a una casita en la pradera, contratar a Marcelo de burro y a Javier de jardinero. Tener un romance con el jardinero y luego que se fugue con el burro, pero de todos modos ser felices, no le pareció la mejor de mis ideas.

- ¿¡Qué quieres que te diga!? - me exalté. - De todos los adolescentes frustrados y deprimidos que abundan a mi alrededor, justo tenías que elegir a Tobías para esto.

- Es que me gusta - respondió. - La verdad es que comencé con él porque me gustaba. Me encantaría decir que podía llegar a sentir algo más, pero eso no es así. Yo fui clara con él. Me parecía que él había entendido, pero visiblemente no. Y si está pretendiendo otra cosa, entonces es mejor que lo dejemos acá.

Debo reconocer que en ese momento me sentía descompuesto. Yo había alentado en todo momento las emociones de él hacia ella.

- No puedo creer lo que estoy escuchando - continuaba en mi lamento. - ¿Qué vamos a hacer ahora? Él no va a venir a decirte que se está quedando colgado por ti.

- Tienes que alentarlo a que me lo cuente - me pidió.

- Ah, sí, claro - me quejé. - "Por favor, ve a hablar con Ana de los sentimientos que invaden tu alma, que ella tiene ganas de romperte el corazón."

Si en ese momento tenía a Ana presente, estoy convencido de que me hubiera golpeado.

- ¿No hay forma de que puedas insitarlo a que deje de imaginar mundos paralelos? - me preguntó.

- No creo que pueda sacar la charla como si nada - analicé. - A menos que le diga abiertamente que hablé contigo.

- ¿Y tú te animarías a hacer eso?

Oh, Dios.

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