50. Fiesta Bajo Agua  

Publicado por Oliver Luk


Las fiestas en la casa de Cristian suelen ser señal de que va a pasar un desequilibrio abismal en nuestras vidas. La última fiesta que recordamos, el anfitrión terminó ebrio, todos terminaron golpeados, hubo una pelea colectiva, un desastre monumental practicamente insuperable.

Sin embargo, esta fiesta tuvo un acondicionador especial.

Se largó la tormenta del siglo. Y en una cuestión de segundos, todos nos quedamos barados y sin escapatoria de la casa de Cristian. Es más, llegó a un punto donde nos sentimos en cautiverio, la luz iba y venía, la gente de repente desaparecía. Era como estar en una película de terror, donde realmente hubiera sido preferible que un asesino en serie apareciera para agregarle más emoción a la noche.

Y de repente, un impulso irrefenable de contarle a Tobías toda la verdad.

En un momento me aparté de la sociedad y llevé a Javier a un punto aparte.

- Siento esa necesidad y necesito que me digas que es una mala idea - le supliqué.

- Estoy de acuerdo con que se lo digas - recomendó. - Pero es una mala idea decírselo ahora.

- No sé por qué - dije, dudidativo. - Por qué ahora tengo estas ganas cuando hace año y medio vengo con esto. Encima sé que es una emoción pasajera. Sé que en el momento de decírsela, se irá.

- ¿Por qué estás tan seguro?

- Porque en el momento de decirlo perderá toda la magia - respondí. - Esa magia del amor prohibido y secreto. Esa cuestión del "se dará cuenta o no". Todo eso terminará a partir de que yo confiese todo, y no estoy muy seguro de si quiero que eso termine.

Pero entonces, ¿por qué esas ganas?

El resto de la noche tuvimos una charla donde Belén propuso hacer un viaje y nos pidió de acompañantes a Tobías, Javier y a mí. Lo cual era una oportunidad fantástica e irrepetible, porque justo Tobías estaba de vacaciones, además justo Javier estaba en la ciudad. Nunca más nos encontraríamos con esta chance.

Pero había un condicionante: Marcelo.

No podíamos saltear el hecho de que él era el amigo de Belén, y por más que estuvieran peleados, nosotros no teníamos que hacer eso por una cuestión lógica de lealtad.

Y eso realmente me pertubó.

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